sábado, 7 de junio de 2014

Ni monarquía ni república, autogestión

Justo después de las elecciones europeas, donde se abstienen más de la mitad de los electores y pierden fuerza los partidos que han gobernado, aparece el rey y
abdica, intentando que dejemos a un lado el descrédito de los políticos, sus corrupciones y su servilismo al dinero. Pretendiendo, además, que nos olvidemos del paro y de los desahucios, y que toda nuestra preocupación pase a ser quién está a la cabeza del Estado.

Los que ostentan el poder, como siempre, nos quieren limitar las opciones a dos, que vienen a ser las dos caras de la misma moneda, pueden cambiar de apariencia según les convenga en cada momento, ya sea en forma de dictadura, de democracia republicana o monárquica. Todo les vale con tal de perpetuarse.

Aprovechando la coyuntura, la izquierda se agarra a la república como una salvación, pensando encontrar ahí un nido de votos, puesto que, como el modelo marxista está totalmente desprestigiado y ya no les sirve para conseguirlo, lo tienen que esconder en sus intervenciones y discursos. De esta forma, pretenden conseguir que no nos cuestionemos el Estado, el sistema de delegación, el capitalismo, la propiedad de los medios de producción, la explotación...

Para los izquierdistas la república está idealizada, ya que durante el periodo de la segunda república (1931-1939) se consiguieron muchos avances sociales. Pero, si vas más allá de la historia académica y de las mentiras interesadas de los políticos y profundizas un poco en la historia del movimiento obrero, utilizando el sentido común, te darás cuenta de que todo lo que se consiguió en aquel periodo fue gracias a la fuerte organización de los trabajadores. De hecho, las huelgas y la conflictividad laboral siguieron en aumento durante este periodo, incluso hubo varias huelgas revolucionarias, como las insurreciones del 33 y la Revolución de Octubre del 34 de Asturias.

Por lo tanto, por mucho rechazo que nos produzca la monarquía, consideramos inútil apoyar a los políticos para hacer un simple cambio de sillón, poniendo en el poder a quien sin lugar a dudas no va a dudar en reprimirnos para perpetuarse en el mando. En nuestra acción y finalidad está no sólo eliminar la monarquía sino también cualquier otra forma de poder.

Pedir un referéndum, además de una maniobra de distracción para que creamos que decidimos algo, sólo sirve para afianzar aún más la democracia burguesa, para que pensemos que el único medio para la gestión de nuestros problemas es la trampa del voto. Decimos trampa porque el poder sólo convoca un referéndum cuando tiene la seguridad de ganarlo, y además, porque salga lo que salga, el poder siempre ganará.

Cuando confiamos en el sistema de representación política, nos alejamos de nuestra capacidad para autogestionar nuestros intereses, ya que no será mediante la delegación como conseguiremos librarnos de este sistema de imposiciones y desigualdades en el que los beneficios económicos son más importantes que nuestras vidas. Cada día son más las personas que empezamos a estar hartas de ser manipuladas, y ya va siendo el momento de organizarnos y apoyarnos mutuamente. Con nuestra acción y gestión directa de nuestras decisiones podemos empezar a crear un mundo nuevo.

Lo único que podemos perder son las cadenas, todo lo demás lo tenemos que ganar.

CNT León

No hay comentarios:

Publicar un comentario